sábado, 1 de agosto de 2009

SOBRE LA PLANIFICACION DEL CURRICULUM

Planificar el currículum escolar o, si se prefiere, planificar la enseñanza, es algo más que establecer objetivos, contenidos, métodos y criterios de evaluación.; significa pensar, valorar y tomar decisiones acertadas, entre otras cosas, sobre situaciones cotidianas, sobre posibles acontecimientos imprevisibles, sobre un colectivo de personas agrupadas según su edad, en un espacio llamado aula, personas que son niños y niñas con un nombre y con un rostro que a veces denotan alegría, o aburrimiento, y en ocasiones cansancio. También planificar el currículum escolar significa, a veces pensar en el patio de recreo, en libros y cuadernos, lápices, pizarras, videos, computadores, etc. Y, también forma parte del currículum escolar el conjunto de experiencias y vivencias públicas y privadas compartidas entre ellos cada día de clases, durante cinco días a la semana, durante diez meses del año y durante bastantes años de escolaridad.
La planificación del currículum, en cualquiera de sus niveles tiene un carácter de proyecto público, en el que se invierten medios y recursos, que trata de desarrollarse en forma sistemática, incluso, y en alguna de sus facetas es necesario explicitar y justificar socialmente. “Ese es el sentido de que ese proyecto educativo y cultural se planifique en cada uno de sus niveles, y se haga público: porque en una sociedad democrática un currículum escolar es básicamente una propuesta cultural sometida a valoración, a crítica y, por sobre todo a mejora” (Angulo y Blanco: 2000).
Planificar el currículum es, sobre todo, reflexionar, debatir y tomar decisiones fundamentales sobre lo que las escuelas enseñan, de lo que podrían enseñar o de lo que no enseñan; reflexionar, en suma, sobre el contenido cultural y social – y no exclusivamente académico – del currículum y ello, entre otras cosas, supone poner sobre el tapete el significado ideológico – y conflictivo – del currículum, de nuestro trabajo y de la propia escuela.
“La planificación de la enseñanza por parte de los profesores ha sido uno de los temas más tratados en la literatura pedagógica bajo la hipótesis de que una buena enseñanza comienza por una buena planificación escrita o que una buena planificación es condición necesaria para una buena enseñanza” (Román y Diez: 2000).
Personalmente creo que la calidad de lo que sucede en el aula, la calidad de la enseñanza y la calidad de los aprendizajes, la calidad de un trabajo bien hecho, ya sea del profesor o del alumno, la calidad de las relaciones entre las personas en la escuela o en un curso, básicamente son un estado o situación que no deriva necesariamente en un documento bien escrito y fundamentado, y sí es consecuencia de un pensamiento, de una reflexión y un debate colectivo comprometido y fundamentado sobre el propio trabajo. En otras palabras, considero que nos encontraremos frente a una buena enseñanza en la medida en que tras ella haya buenos profesores y profesoras, no solo objetivos, contenidos, métodos y criterios de evaluación bien formulados y ordenados.

Saber que enseñar no es transferir conocimientos, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción (Freire: 1999)

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